Aunque jamás aprendió a pintar durante aquella época que pasó inmerso en la bohemia, al menos sabe cómo extraer los detalles fundamentales de la personalidad mientras contempla un rostro.


Los pintores son voyeurs autorizados, mirones capacitados para excitar la autoestima de su modelo mediante la delicada aplicación de cuatro brochazos y medio, en caso de reincidencia, la mayoría debería acabar atrapado en un profundo pozo hasta el momento de arder en la hoguera. Sálvese a sólo a aquellos que designe el genial Velázquez.
El maestro Murakami resulta de nuevo imbatible cuando desembarca en esta ocasión en un mundo nuevo y fantástico, rodeado eso sí, del inevitable sufrimiento que provocan los recuerdos y la angustia consecuente con la incertidumbre, doble tomo y cuádruple ración de personajes al precio habitual de la biblioteca pública. No se la pierdan.
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¡Qué belleza! de música, para ir dejando fluir a los sentimientos y que la nostalgia dulcemente se vaya haciendo cargo, la voz y la guitarra, bella, bella y los libros habrá que leerlos algún día, gracias Carlos, por este remanso, abrazo
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Muchas gracias Themis, quizás la respuesta frente a la convulsión que provoca la mentira que tanto se extiende por muchos de los ámbitos humanos, se encuentre en el sosiego que aporta la música de siempre, cuya belleza flota sobre las oleadas de la moda social. Un abrazo.
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Este no lo he leído, me lo anoto en la lista de pendientes.
Y aprovecho para desearte un muy feliz año nuevo.
Que sigas leyendo tanto y haciendo esas fotos tan bonitas que haces, entre otras cosas.
Besos, Carlos.
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Muchas gracias Paloma. Muy feliz año también para ti y los tuyos. A Murakami habrá que aprovecharlo antes de que le endosen el Nobel. Que luego se le irá el tiempo en conferencias y le escribirán las novelas un par de negros. Un besazo.
Puedo seguir escribiendo maldades!
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