Sobre las cosas que procuran la felicidad ya hizo proclama Marcial el bilbilitano desde su retiro en el campo, supongo que huyendo de la misma querella que acabo con la existencia del sabio Séneca.

A Alphonse Daudet aunque le falto la generosa dama que concediera una propiedad. le sobraba imaginación para alzar un molino en medio de su cabeza. Desde aquella teórica ubicación pudo escapar a la agitación reinante en media Europa, corrían vientos nacionalistas para la unificación de los Lander alemanes y un aire romántico para fundar una nueva Italia a costa de la Corona de Austria y de la Mitra del Papado.
Así que el poeta se enajena y recabando sucedidos, o no, inventa una serie costumbrista de relatos en formato digital, además de proporcionar labores al correo a menudo escaso. En aquél tiempo mandaba en Francia, Luís Napoleón, dicen que fue el único emperador aupado por elección directa de los votantes. Muy empeñados ya entonces en hacer de París la capital del mundo financiero, arquitectónico y cultural.
Entretanto por estos lares los monarcas entretenían los días intentando retener alguno de los pedazos del imperio conquistado trescientos años antes a golpe de arcabuz y como todos, condenado a desparecer. Que no hay peor rey, que el loco sin diagnostico y que se ampara en cabalgar cargado de razón.