
Leí que significaba: Aquél que porta al ancho cinturón. Seguro que ese cincho era un ornamento para rendir tributo a la virilidad del guerrero lusitano.
Un pastor que fue capaz de frenar en seco la implantación de la civilización romana y la aplicación de códigos que, incluso hoy constituyen los fundamentos de la legislación actual, a base de esquilmar cosechas, apropiarse del ganado de los pueblos de alrededor y esclavizar a las víctimas que atrapaban durante sus honorables razias.
Un héroe admirable y un ejemplo de español a tenor de lo escrito en los escasos libros que apuntaban que la doctrina básica para nuestra educación debía respetar esos valores y denigrar a los salvajes compañeros que decidieron optar al pagaré prometido por Roma para abonar en efectivo a cambio de la acaudillada cabeza. Total, si no tenían otro oficio. Que podían hacer sino ejercer de bandoleros?
Triste resulta que, veinte siglos después, aún sobrevivan tradiciones que difunden el salvajismo como rector de las relaciones humanas, en esta publicación creo que podrán encontrar un interesante relato sociológico sobre un pueblo maldito y una aproximación al batiburrillo cultural que impide a los rusos olvidar el sistema imperial y avanzar hacia un estatus democrático suficiente para garantizar la paz en el continente.
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Suena muy interesante Carlos, definitivamente apuntado en la lista. La música, como siempre, genial. Te dejo un abrazo.
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Muchas gracias Ana. Contiene una sorprendente descripción que espero que te guste. Un abrazo.
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Estaría para leerse, más allá que para garantizar la paz del continente se necesitarían algunas cosas más, como que el continente realmente desee erradicar imperialismos y colonialismos y empezar a ver a todo el planeta desde otra perspectiva. Un abrazo grande Carlos, gracias
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Muchas gracias Themis, en efecto creo como tu que este continente se fundamenta sobre constantes invasiones e imperios fracasados. La educación en un sentimiento de pertenencia continental y el respeto a los demás, podría originar un cambio en la creencias sobre la superioridad moral o racial. Una sociedad no se debe definir por oposición a las demás. Un abrazo.
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Años atrás esta música no me gustaba. Hoy día me gusta sumergirme en su melodía. Gracias por compartir. Abrazos Carlos
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Gracias Carmen, a Wagner, tampoco le hubiera gustado recibir la admiración de los nazis. En todo caso la música romántica era otra forma de hacer nacionalismos golpe de aria. Un besazo.
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🙂
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